MI HISTORIA
En mi infancia
Tuve unos padres bien intencionados, a su manera siempre quisieron darme amor y protección. La forma de mostrar amor para mi papá era trabajar 24-7 y por ende estar ausente en casa, mientras que mi mamá cuando nos tuvo, era literalmente una niña intentando educar a otros niños, esto obviamente limitaba su capacidad para guiarnos.
Este ambiente me hizo una persona retraída, con falta de autoestima y con cero orientación a resultados. Sin embargo, Dios me regaló la suficiente inteligencia como para, con solo atender en clase, poder sacar las notas necesarias para poder graduarme.
A pesar de esto, fui siempre tremendamente curioso y las ciencias siempre me llamaron la atención, no era raro que de niño me quedara viendo programas educativos toda la tarde en lugar de salir a jugar con mis amigos.
Conocí a Viviana, mi esposa, en el primer semestre de universidad. Ella fue el primer catalizador de cambio en mi vida. Era todo lo contrario a mi en ese momento, una alumna ejemplar desde pequeña. Al ser compañeros de clase, empezamos a estudiar juntos y me dí cuenta de lo beneficioso de tener hábitos de estudio, y de los grandes resultados que se pueden obtener al final si sumamos pequeños esfuerzos diarios. A partir del segundo semestre siempre me disputaba con Viviana las mejores notas de la clase, nos graduamos de la universidad 6 meses antes de lo normal y con doble especialización.
Ese encuentro con los hábitos, me permitió desarrollar un sistema de priorización de actividades, que me llevó a ocupar altos cargos en compañías multinacionales, pero justo cuando estaba en el mejor momento de mi carrera profesional decidí renunciar. Verán, desde que inicié a trabajar siempre admiré a mis amigos emprendedores, no importaba cual. Me encantaba la libertad y el hecho de poder crear algo desde cero. Por eso digo que soy emprendedor por vocación.
Con el apoyo de Vivi empecé mi aventura como emprendedor. He tenido grandes satisfacciones como la de llevar una idea escrita en servilleta en la recepción de un hotel, a ser la marca de productos de audio No. 1 del Ecuador (Bazzuka). También he tenido la bendición de fracasar, que son las oportunidades que nos da la vida para aprender.

El masterado de la vida, como me gusta llamarlo, el que ninguna escuela de negocios puede superar.

Una NUEVA ETAPA
A pesar de estar teniendo éxito a nivel laboral, otros aspectos de mi vida estaban desbalanceados. Mi alimentación y la falta de ejercicio habían pasado factura, tanto así que en un viaje de negocios a Miami, tuve que acudir a una sala de emergencia, por un hipo que duró más de ocho horas. Al no ser mi primera crisis, le indiqué al médico la solución: tiene que sedarme con algo potente para enviarme a dormir, con esto paramos el reflejo del diafragma y logramos para el hipo. Pero por mala suerte resulté incompatible con la medicación que me suministraron y terminé en un raro estado de embriaguez e irracionalidad y me terminaron por echar del hospital.
Al día siguiente, aún con la sensación de estar fuera de mí, con dolor en las articulaciones, con un dolor abdominal terrible y un fuerte reflujo que me quemaba la garganta, tomé el vuelo de regreso a casa. No se me van a olvidar nunca mis pensamientos y cómo me sentí durante todo el vuelo.
Sentía literalmente que me estaba muriendo, no podía creer que a mis 38 años me sintiera así de mal, pensaba en mi familia, en la verdadera posibilidad de que en unos años no pudiera estar para ellas si se seguía deteriorando así mi salud. Esto tenía que cambiar, y tenía que cambiar para siempre.
Al llegar a casa fui en busca de un doctor especializado en medicina natural que un amigo me había recomendado y le dije a mi esposa: de ahora en adelante voy a cambiar radicalmente mi alimentación. Al principio me vió con cara de escepticismo, pero a los pocos días se dio cuenta de lo firme de mi resolución. En un mes había perdido cerca de 20 libras y habían disminuido considerablemente tanto el reflujo, como los dolores articulares. A partir de ahí decidí empezar a hacer ejercicio, y dado los antecedentes de las articulaciones, escogí la bicicleta de montaña. Al siguiente mes ya estaba en mi peso ideal, entrenando 2 horas diarias, 4 veces por semana. Este hermoso deporte no solo me llevó a mejorar mi estado físico, sino que me llevó a aventuras increíbles, como el descenso en bicicleta, desde la cumbre nevada, de los 3 volcanes más altos del Ecuador: Chimborazo, Pichincha y Cotopaxi.
Por puro agradecimiento, y por una necesidad muy fuerte de trascendencia, dentro de este período de mejora continua, tomé también el hábito de la oración diaria, complementando este hermoso espiral de virtudes que me ha traído hasta aquí.
NUEVOS HÁBITOS
UN ENFOQUE INTERNO
Parte de ese compromiso de trascendencia y de gratitud, me llevó a trabajar con jóvenes para la prevención de adicciones. Quise abordar sus problemas desde la ciencia, más precisamente desde la neurociencia, lo cual me llevó a estudiar profundamente cómo funciona el cerebro, el sistema nervioso y nuestro sistema de recompensa.
A través de estos estudios me di cuenta de la increíble relación que existe entre el sistema de recompensa de nuestro cerebro y la creación de hábitos positivos y virtudes, que nos llevan a tener una vida productiva y plena. Este sistema puede ser el co-responsable de nuestros peores hábitos o de ayudarnos a convertirnos en nuestra mejor versión. Así que hacía todo el sentido del mundo meter en una licuadora: mi experiencia personal, los conocimientos de neurociencia y mi experiencia como empresario, para enseñar a los demás como poder alcanzar todo su potencial, lograr todo lo que se proponen, pero sin descuidar lo que aman: su salud, la familia y su vida espiritual, su sentido de trascendencia.